domingo, 24 de junio de 2007

Una mente despejada


Acabo de ver una película de Woody Allen. Hoy le ha tocado a Alice, pero podría haber sido otra. Resulta estimulante que haya cerebros encargados de estimular a los demás. Claro que esto describe un círculo lógico, pero así es. Dicen los "curristas" que valía la pena aguantar diez ¿o eran cien? corridas infames -ellos nunca utilizarían este calificativo- de Curro Romero para por fin, una tarde, ver al maestro destapar el tarro de las esencias. Así es como se expresan los curristas. Yo no tengo nada claro el asunto este de los toros, pero de eso hablaremos otro día.

El caso es que para mí vale la pena aguantar media hora de película aparentemente lenta y sin un rumbo claro, para, de repente, encontrarte ante un derroche de originalidad, genialidad y todas las "-alidades" que queráis proponer.

Fantástico, eso de volverte invisible. En la Peli, Mia Farrow (Alice, a la sazón) se vuelve invisible gracias a unas hierbas que le suministra un peculiar y oriental doctor. Hasta ahí, todo normal, nada nuevo. Pero que ella se sirva de esas hierbas para volver invisible a su amante y poder pasear a plena luz del día por Nueva York besándose y dejándose llevar por sus impulsos cariñosos delante de todos ¡que no a la vista de todos!, es un tour de force sólo al alcance de mentes despejadas.

Claro que esa invisibilidad también tiene un lado oscuro... le permite enterarse de que su remilgado marido le es infiel, o de que sus "amigas" la despellejan viva a las primeras de cambio. Por si fuera poco, permiten al amante colarse en la consulta del psicoanalista de su ex-esposa, y enterarse que ésta sigue locamente enamorada de él, a pesar de que fue ella quien le dejó. Él comprende que ha llegado el momento de volver a intentarlo con su ex, y se deja de rollitos con Alice. Joder con las hierbecitas del doctor.

Ahí no queda el asunto. El doctor suministra a Alice otras hierbas que inducirán irresistiblemente a quien las tome a enamorarse de ella. Pero Alice debe elegir: ¿debe dárselas a su marido, y conseguir que todo vuelva a ser tan idílico como era, o a su amante, para revivir su pasión?

Para colmo, música de Duke Ellington.

Por favor, que eleven a Woody Allen al Olimpo. Y si no, que lo clonen, como a Dolly. Dooly Allen... podría sonar peor.



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