domingo, 28 de octubre de 2007

De la noche y el día

Las películas de vampiros, hombres lobos y otros monstruos de hace algunas décadas tienen un denominador común, y es que hay cosas que sólo cabe plantearlas si es de noche. De día ni se nos ocurre pensar en estos misteriosos seres, algunos de los cuales llegan incluso a ser respetables miembros de la sociedad, que en cuanto la rotación terrestre hace que el Sol quede oculto, se transforman en criaturas indeseables.

Esto me hace pensar. Porque pudiera ser que un diabético se encontrara a sí mismo cantando el sevillista himno del Arrebato al caer la noche, para su propia tortura, y sin poder hacer nada por evitarlo. Qué digo, podrían quedar afectados hasta los signos gramaticales; y si no, que alguien compruebe si una tilde diacrítica se puede volver absolutamente irrelevante por la noche, sobre todo si no hay luz, y por tanto no se puede leer.

No queda ahí la cosa; por la misma regla de tres es posible entonces que un diagnóstico se vuelva creyente de noche. "Qué cruz", se diría entonces de noche al recibir la noticia de que tenemos una enfermedad, mientras de día nos limitaríamos a un "Hay que joderse".

Hasta el mismo diablo enmudecería en las sombras nocturnas...

Qué cosas.

lunes, 22 de octubre de 2007

De médicos y diagnósticos

Qué barbaridad. Ni el mismísimo Don Hilarión creería lo que avanza la ciencia médica.

Al parecer, existe una nueva Unidad de Diagnósticos en el Hospital comarcal al que me corresponde ir cuando estoy malito. Llegas allí y te atienden sobre la marcha, y lo que es mejor: te dicen lo que tienes en un santiamén.

El colmo fue lo que le pasó a un paciente que por allí andaba. Resulta que el tío fue a consulta durante la feria de abril pasada, aquejado de un dolor de muelas. Mientras lo examinaban en la nueva unidad de diagnósticos, le dijeron:

- Pues sufre usted de una fuerte contusión en la zona abdominal.
- ¿Que queeeee?-el hombre llevaba al parecer dos copas, y tenía el caballo amarrado a la puerta del hospital- ¿Que disseee? Anda, dame dos "dolalgiales" pa la muela que me voy pa la feria pero ya.
- Repito, caballero, que debe usted cuidarse la fuerte contusión en el abdomen.
- Ea, po vale, pa tí la perra gorda. Y ahora me voy, como la Julieta Venegas.

Y se fue con andar zigzagueante hasta la puerta, de tal suerte que al intentar desatar el caballo, la sirena de una ambulancia asustó al équido, que empezó a dar coces a diestro, a siniestro, y al personaje en cuestión, ésta última en todo el estómago.

Doblado de dolor y respirando a duras penas, entró otra vez en el Hospital, y el médico le dijo con tono de maestro de primaria:

- ¿Que le dije? ¿Tenía usted o no una fuerte contusión en el abdomen? ¿A que ha sido una coz?
- Si...-con un hilito de voz- ¿pero cómo lo sabía?
- Fácil... ¡ha sido un diagnóstico pre-coz!