
Hoy me acabo de dar cuenta de que estamos asistiendo a un proceso mucho más inquietante que el cambio climático y el fin de los glaciares. Más que la extinción del Lince Ibérico, y casi tanto como la marcha del Betis. Me explico:
Paso 1.- Mi abuela se tomaba el café migado; esto es, cogía pan -tostado o no- y lo migaba en el café. Se tomaba una especie de papilla en la que el sólido iba disuelto en el líquido.
Paso 2.- Mi padre mojaba la tostada con mantequilla, o los churros, en el café. Así, el sólido permanecía separado del líquido hasta poco antes de ser ingerido, lo que le concedía una cierta consistencia y una textura diferente.
Paso 3.- Yo me tomo la tostada ayudándome por ocasionales sorbos de café, que limpian el conducto y lo preparan para una nueva ingesta de un bocado sólido.
Paso 4.- Mi hijo se toma toda la tostada sin beber nada. Sólo cuando ha dado buena cuenta de ella se bebe el cola-cao, de una vez, en un largo y único trago. Hay que ver la cara de felicidad que pone cuando acaba, se relame el labio de arriba, y dice "Ahhhh..., qué rico." La cuestión es que el sólido y el líquido no se encuentran sino en el estómago.
Si extrapolamos, ¿cuál es el siguiente paso? Sin duda, vamos a acabar, dentro de un par de generaciones, viendo a personas que se alimentan de líquidos, y otras de sólidos.
Luego habrá ciudades de personas "líquidas" y personas "sólidas", que cada vez serán más intolerantes entre sí. Sucederá entonces que se concentrarán en países distintos (líquidos y sólidos), y más adelante ocurrirá lo propio con planetas, sistemas planetarios, galaxias... coño, acabarán existiendo dos universos, el universo líquido y el sólido. Sólo entonces se alcanzará la paz, pero no habrá contacto entre ambos universos.
Yo, por descontado, me iré al universo líquido, porque en el otro no habrá Jack Daniel´s. ¡Coño...! a ver qué hacemos con el hielo, ya pensaremos algo.